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Cuando se trata del mantenimiento de un vehículo, se aceptan y aprueban términos comunes que, sin embargo, pueden generar confusión respecto a sus características y usos.

Aunque ambos son lubricantes esenciales, son compuestos completamente diferentes y hay situaciones donde la aceptación funciona mejor y otras donde la carga sería la opción más adecuada.

Para responder a esta inquietud, desde Mobil TM resumimos algunas pautas de aplicación para cada caso.

Además se recurre a la grasa cuando no se dispone de un cárter o depósito donde contiene el aceite, los lubricantes y las grasas también tienen sus particularidades. Lo primero que hay que explicar es que existen características diferenciales entre ambos en su composición, entre las que se pueden mencionar: la consistencia y los aditivos.

Por un lado, en cuanto a la consistencia, cada grasa se clasifica en una escala de nueve grados, que va desde fluida o semifluida hasta dura o bloqueada; siempre y cuando los aceptores sean líquidos.

Por otro lado, además de la base aceptada y los espesantes, uno de los elementos que ayudan a definir la aplicación de la grasa son los aditivos que ésta recibe para mejorar su desempeño, los cuales pueden ser antioxidantes, inhibidores de oxidación, aditivos de extrema presión (conocidos como EP), agentes antidesgaste o reductores de fricción.

Sin embargo, se añaden aditivos a los aceites de motor para mejorar su capacidad lubricante y protectora. Puede incluir agentes antifricción, inhibidores de corrosión, dispersantes de sedimentos y mejoradores del índice de viscosidad.

Césped y características aceptadas: ¿cuándo utilizar cada una?

Grasa: la grasa lubricante se puede definir como un material semisólido a sólido, que incluye un agente espesante disperso en un lubricante líquido. Gracias a esta composición, la grasa es más espesa, menos fluida y más adherente. De esta manera, tiene la particularidad de adherirse a las superficies y permanecer por más tiempo (incluso cuando se aplica en posiciones verticales), lo que proporciona una especie de barrera o sello físico, que reduce la posibilidad de fugas o el ingreso de agua y contaminantes al sistema.

Lo que determina el uso de un tipo u otro de grasa según las clasificaciones mencionadas anteriormente, es la función que le va a dar dentro del motor, según la aplicación y condiciones de operación. Es fundamental cumplir este objetivo de la mejor manera posible, por lo que los recursos térmicos están diseñados para mantener sus características incluso cuando están expuestos a tensiones, vibraciones y cambios de temperatura.

Por su consistencia, la grasa trabaja mejor en superficies sometidas a altas cargas o presión, como chasis, ruedas, embragues, articulaciones y sistemas de suspensión, debido a su capacidad de tener mejor adherencia y resistencia a la presencia de agua.

Las principales funciones de la grasa son:

● Reducción de la fricción y el desgaste en diferentes condiciones de funcionamiento.
● Protección contra el óxido y la corrosión.
● Evita que el pulpo, el agua y otros contaminantes penetren en las piezas lubricadas.
● No se corre, no gotea y permanece donde es necesario en las piezas lubricadas.
● Permite el libre movimiento de partes móviles a bajas temperaturas y se puede bombear fácilmente a estas temperaturas.
● Compatible con sellos de elastómero y otros materiales adheridos a las piezas que se
lubrican.

Aceptado: aunque son más fluidos, se recomiendan para zonas donde se genera mucho calor por fricción, como el cárter del motor o el sistema de frenos. Es fundamental resaltar que, a medida que evolucionan los equipos y automóviles, los lubricantes y las grasas, también se utiliza la tecnología para obtener mayor desempeño y durabilidad.